Dos veces me fue a Polonia, mas solamente a Varsovia, en los años ’72-’73, en visita relámpago de un días o dos con el mismo tour operetor CGIL; había visto poquísimo, solamente el centro o sea la “ciudad vieja” que me gustó mucho y me sorprendió saber que había sido completamente reconstruida, tal para cual, según los dibujos y los antiguos pintados después de que, en la segunda guerra mundial, había sido completamente arrasada por los bombardeos alemanes.
El hecho de ser “asignada”, por los acuerdos de Yalta, entre Roosvelt, Churchill y Stalín en el área de la Unión Soviética, no ha sido por la Polonia solamente una desgracia, en términos positivos la había sustraída a la especulación más salvaje con la cual el sistema capitalista había operado en el Occidente por la reconstrucción. Particularmente en Italia, donde había dado origen a el infame connubio de la política, los suyos conflictos de intereses y sus corruptelas, con parte de los aparados de la Pública Administración y con la criminalidad organizada, documentado por tantas denuncias, investigaciones, películas, tipo “Las manos sobre la ciudad” de Francesco Rosi (1963) y de otra varia literatura. Sin embargo, sustancialmente, no habían detenido el fenómeno que permanece también hoy día, aún más degenerado en un pozo negro sin fondo.
Tanto había sido apasionante del punto de vista emotivo, mi contacto con Budapest, otro tanto había sido el sentido de depresión que me asaltó en el encontrarme a Varsovia, porque, siempre he sido hipersensible a la calidad y a la intensidad de las energías de los lugares, de los ambientes, de cada ser viviente. El punto esencial, emisor de aquella energía que percibía pesada, y un poco opresiva, había sido el tropezarme de continuo en equipos regimentados de niños, de adolescentes, y de jóvenes, probablemente enteros alumnados, todos vestidos con el hábito negro de cura; por todas partes girase mis ojos los veía entra o salir por las varias iglesias del centro histórico; todo aquel negro, aquel encuadramiento de piquete militar me habían puesto preocupada y ansiosa.
¡Tenían que ser bien pobres los Polacos, si habían debido enviar sus niños en masa a los seminarios y a los conventos aún en los años ’70! Esto fue mi pensamiento, conectándome a las experiencias vividas por la familia de mi madre, en la cual los últimos dos hijos de 9,10 años de edad, habían sido enviados, la hembra al convento y el macho al seminario, por disminuir, en el inmediato, el peso de las bocas de nutrir, también esperando dar ellos una chance más, con respecto a aquella vida mísera sin alguna perspectiva.
El reclutamiento de estos niños pobres que se contaban de gran número, particularmente en los campos, por casi todo el siglo pasado, por lo menos hasta el posguerra, pasaba tramite predicaciones extraordinarias de pueblo en pueblo, por obra de sacerdotes o frailes oportunamente adestrados, y que se denominaban “misión”, precisamente la de convencer las familias a ceder a la Iglesia unos de sus hijos, a fin de que se convirtiese cura o monja, el que habría también conferido, en el tiempo un cierto prestigio social.
Mi colega, persona con una vida muy interesante, más joven que yo de unos años, que había tenido precisamente aquel tipo de experiencia en Sicilia en el posguerra; último hijo de una familia desafortunada, fue internado a 11 años de edad al seminario, del cual había logrado salir después el instituto de bachillerato, con ciertas distorsiones sexuales y psicológicas que le habían dado algunos problemas de adaptación; menos mal por ello, que, durante el tiempo, las había aprendido a vivir con desenvoltura.
Cierto es que las vocaciones, más o menos inducidas, abundaban; los conventos y los seminarios eran populosos, muy populosos y no por obra del Espíritu Santo, como venía predicado, más bien a causa de la miseria, con conocimiento de causa se hace demasiado fácil considerar que la influencia y la manipulación de las consciencias por parte de las religiones sean inversamente proporcionales a la condición de bienestar o, por lo menos de autosuficiencia y de autonomía personal y de la comunidad.
No sé cómo sea ida en general; mis tíos fueron “desafortunados”. La tía, después de una decena de años transcurridos en el convento de cierto orden monacal, haciendo la sierva esclava porque nada había aportado como dote y la familia nada daba por su mantenimiento, contrajo la tuberculosis y, aún muy joven había regresado a casa. El tío tampoco había iniciado a estudiar de cura; se había quedado “hermano laico”, hombre de los trabajos pesados, también explotado sexualmente; se sabe que aquellos lugares particulares siempre fueron el vivero, el caldo de cultivo de comportamientos desviados inducidos.
En el posguerra, el tío, colgó los hábitos y empezó a trabajar como obrero en una grande fábrica milanesa; mi padre, bromeando, solía decir que la única cosa buena de su vida de fraile, fue la de haber facilitado la adquisición de productos alimenticios producidos en el convento durante los años de guerra, aunque sea a precios de bolsa negra. ¡La cosa peor, en cambio, por la cual se había verdaderamente enfurecido, fue cuando el tío se jactó de haber votado, en las elecciones del 1948, por bien tres veces, y obviamente por la Democracia Cristiana, a causa del desorden administrativo de entonces: en su ciudad de nacimiento y en las dos en las cuales se encontraban las estructuras de la Orden de los Frailes en las cuales resultaba aún residente! Jamás los tíos se rehicieron una vida; se habían quedado single, insatisfechos, deracinés, por decirla a la Camus.
A decir la verdad de la Polonia desde entonces tampoco me había interesado, hasta hace unos meses, me había salido la inspiración de recordar los viajes que hice de joven en los Países del Esta de Europa; ya hablar de acontecimientos personales o colectivos de hace 40-50 años es como hablar de los Horacios y los Curiaceos, son interesantes solamente por quien los ha vividos, si no encuentran un propio enlace a la realidad general de hoy día.
Por volver a la Polonia, cuando al fin de la segunda guerra mundial se encontró en ser uno de los Estados satélites de la Unión Soviética, tuvo que hacer de necesidad virtud: gobiernos comunistas pro rusos estalinistas o pos-estalinistas, siempre habían debido llegar a acuerdos recíprocos con la Iglesia Católica nacional, verdadera potencia ideológica que había plasmado y guiado la población por más que 900 años y que había sido una sólida base de identidad y cohesión, sea en los tiempos de mayor grandeza del Estado(15º- 16º siglo),sea cuando se había desaparecido del mapa geográfico, porque repartido entre Austria, Rusia y Prusia.
En este marco histórico se entiende el porqué de los curacitos, de las muchachas del lago Balaton, que pecaban, arrepintiéndose pero cada vez, pero se sabe, la débil carne siempre vence o casi sobre el espíritu fuerte.
Por otra parte la orientación y el control de las consciencias a través de la formación religiosa era seguramente predominante y eso, a nivel político había constituido la necesidad, más allá que la fuerza por los varios leader, de contratar con la URSS una “vía polaca”, o sea una estricta alianza estratégica, pero en respeto y en la valorización de la especificidad, de la cultura popular religiosa y de los modeles de vida de la Polonia, más o menos todos, desde Gomulka, a Jaruzelski, que se ha muerto precisamente en estos días, tuvieron que poner una vela a Dios por evitar el peligro de una invasión soviética, como ya ocurrido en Hungría y en Checoeslovaquia años antes.
En los primeros años 70 la pobreza se respiraba a Varsovia, la capital; quien sabe cual tuviera que ser la situación en el demás del País. Yo, a pesar de que fue allí más o menos de pasada, había tenido modo notar y apreciar los varios manufacturados artesanales vendidos como suvenir a los turistas, verdaderamente artísticos, de gusto, no ordinarios o de serie, a precios irrisorios con respecto a la calidad. Con poquísimo dinero, me había comprado un espejo oval de pared, con un importante marco de cobre bruñido repujado a mano; una baldosa de terracota con un guerrero estilizado, esa también muy original y, la más preciosa una estatuita en madera, alta uno cuarenta centímetros, de la Virgen con hijo, muy colorada, primitiva, cruda, naif, no sé, que de pronto me había tomado el corazón. En todas casas donde viví siempre fue un adorno en bien a la vista y cada vez que la miro, aún después de 42 años, no puedo retenerme de decirle: “cómo eres bella, cómo eres tierna”. ¡El símbolo seguramente, mas también la energía de quien la ha esculpida y la mía que la quiero, dan una alma a eso trozo de madera!
La otra cosa que me golpeó fue que en las tiendas en las cuales se compraba sólo con moneda extranjera y allí nuestra lirita era súper apreciada, había un número excesivo de dependientes con respecto al volumen de las ventas. Recuerdo haber comprado un LP 33 revoluciones de música clásica que pasó de mano en mano por lo menos de 8 vendedores, cada uno con una mansión extremamente parcelada y de una lentitud y una calidad de flemático exasperantes; ¡por mí milanesa “doc” un verdadero sufrimiento!
Inmediatamente me di cuenta pero que eso surplus de mano de obra era el enmascaramiento de una grande desocupación derivada por un pesado estancamiento económico; el Estado habría debido de todas formas dar un mínimo de subvención a todas las personas que no tenían un verdadero trabajo, más valía que las habría tenido ocupadas en trabajos pro-forma “socialmente útiles” y, según mí, era un justo principio.
Habían pasado pocos años desde la insurrección de los obreros de los astilleros Lenin de Danzica, pasada en el diciembre del 1970, a causa de la austeridad y del aumento de los precios de los productos de primera necesidad. Los manifestantes habían incendiado la sede del Partido Obrero polaco de Danzica y la rebelión fue reprimida por la Policía y el Ejército con decenas de muertos y centenas de heridos. La crisis fue superada con la concesión de aumentos salariales y con la sustitución del jefe del gobierno, sin embargo había consistido en el clásico “parche” tapador y temporal.
La procesión se fue por dentro por unos años, bajo la cobertura ideológica y organizativa de la Iglesia Católica nacional, de manera subterránea, silente, la oposición al gobierno y ante todo, idealmente, a la Unión Soviética, se había ramificado en toda la Polonia y se había también estructurada, organizada de manera que pudiese, a cierto punto hacerse un verdadero sujeto político, no más solo una protesta populista, cómo se suele decir hoy.
La organización eclesiástica, sin embargo, aun siendo el pilar sobre el cual giraba esta agregación popular alternativa al existente, se había mantenido apartada, oficialmente neutral hasta el 1978, cuando por una favorable coyuntura de mercado, por un arcano dibujo del destino, por obra del Espíritu Santo, no se sabe, hicieron Papa a el polaco Karol Wojtyla que, en el junio del 1979, hizo un viaje pastoral en su país nativo; obviamente un tripudio de pueblo que volvió a dar vida a la llama, más bien, fuego a la mecha.
En el septiembre 1980, siempre a seguir una huelga de los obreros de los astilleros de Danzica, que evidentemente representaban la vanguardia de las fuerzas productoras, nació el Sindicato Autónomo de los Trabajadores “Solidarnosc”, Solidaridad, la cuya fundación había constituido un evento fundamental en la historia y no solo polaca, sino del entero bloqueo comunista, en cuanto había aspirado a la desestabilización y al desmantelamiento del monopolio del partido único de gobierno, en clave anti-soviética.
Después de un año de huelgas, críticas y otras formas de disensiones políticas y sociales, en el 1981el general Jaruzelski se hice primer ministro que, por bloquear la intervención en Polonia de la URSS, proclamó la ley marcial y desde aquel momento, “el Vaticano se hizo responsable de un ingente flujo de capitales vuelto a financiar las actividades de Solidanosc. Esta operación fue efectuada principalmente tramite transferencias ocultas de dinero por parte del IOR, presidido por Paul Marcinkus y por el Banco Ambrosiano de Roberto Calvi.” (Wikipedia)
La historia política y económica italiana de los años a caballo del’70 y del ’80 del siglo pasado se había estrictamente entablado con la polaca; el canal de conexión había sido el Banco Vaticano que había representado el punto de encuentro, el coagulo de todas las actividades ilícitas, por encima de todo el reciclaje de las ganancias de la Mafia nacional y internacional. Sindona, Calvi, Banco Ambrosiano, la Banda de la Magliana, por hablar solamente de los más conocidos; incluso la desaparición de Emanuela Orlandi, según unos investigadores del pasado, en Italia llamados “dietrologi”, seria de atribuir a esa trama delincuencial. Hechos más que documentados históricamente y judicialmente, mil millones de dólares el “banquero de Dios” Roberto Calvi había transferido a la Iglesia polaca y a Solidarnosc para “actividades caritativas” y, cuando se atrevió pedir por lo menos la parcial restitución, acabó muy mal “suicidado” bajo el puente de los Frailes Negros de Londres.
Fueron escritos muchos libros sobre el argumento, fruto de investigaciones periodísticas e históricas. Personalmente me golpeó el aprender cuanto referido por los periodistas Giacomo Galeazzi y Ferruccio Pinotti en su libro “Wojtyla secreto”, en el cual hacen referencia a una entrevista concedida por Zbigniev Brzezinski, el poderosísimo consejero secreto de la Casa Blanca, verdadera eminencia gris de la política americana, hebreo de origen polaca, que había teorizado el uso de la religión como herramienta por destruir el Empero soviético, sustentando la resistencia polaca y la así llamada “iglesia del silencio”. Brzezinski admitió que ya en el 1976, dos años antes que Karol Wojtyla, arzobispo de Cracovia, se hiciese Papa, hubo un encuentro reservado con él a Harward, el mismo Brzezinski tramite el cardenal Krol de origen polaca, habría movilizado la conferencia episcopal americana para la elección al solio pontificio de Karol Wojtyla, dos años después.
Brzezinski nada de nuevo había inventado, simplemente había aplicado la directiva príncipe del mono-dios hebraico, o sea el “señor de este mundo”, según los Cátaros, con la cual, en el curso de los milenios, se había impuesto como dios universal, aniquilando sus “rivales” en el dominio de la humanidad, haciendo palanca sobre la manipulación totalizadora de las consciencias, sobre la negación o la absorción de otras Energías, siempre pero acompañadas por las “limpiezas étnicas” de gentes, animales y territorios. En la Biblia, esto es precisamente e orden constante de JYVH en la suya epopeya de conquista de la tierra prometida. La Iglesia de Roma, expresión históricamente “actualizada” de la cepa originaria, ha sido una alumna modelo e hizo mucha tierra quemada. El Corán, testo sagrado de la tercera fase del monoteísmo, en su crudeza, tiene el mérito de ser explicito, no finge de perseguir la paz, mas exalta y obliga a la Jihad, o sea a la guerra santa, no solo contra los infieles, o sea todos los seres humanos no islámicos, mas también entre sus mismas varias facciones de creyentes o afiliados, con la finalidad de la consecución del poder total. Que gane el mejor, más bien. Que gane el más feroz; cada día los acontecimientos de la actualidad histórico-política se suceden siempre más aceleradas, deshumanizadoras y no sirven palabras por consolar el desconcierto de las almas.
Por otra parte, el Catolicismo polaco, desde por lo menos tres siglos, ha sido fuertemente influenciado, impregnado por el mesianismo de Sabbatai Zevi, vivido en la Turquía otomana en el XVIIº siglo, y Jacob Frank vivido en la Polonia del XVIIIº, dos “dumnen” o sea teóricos de las conversiones formales a otras religiones, quedado interiormente cripto-judios, con la finalidad de manipularlas y orientarlas hacia la aceptación del Mesías hebraico, el monarca único que, con su pueblo elegido, tendría que dominar la humanidad entera, en el plan terrenal, físico, poniendo a cero la auténtica espiritualidad y encerrando la misma en la ideología de una RELIGIÓN UNIVERSAL, materializada y finalizada al poder total y absoluto sin alternativas posibles.
Ambos esos personajes se hicieron creer ser el Mesías; el primero, por salvarse de la condena a muerte que le había infligido el Imperio Otomano, se convirtió teatralmente al Islam y, por justificarse a los ojos de sus seguidores, ideó el credo de la “purificación a través del pecado” que admite cada tipo de transgresión en todos campos de la vida humana; teoriza y pone en acto un caos permanente y sanguinario que disgregue todo y todos, ante todo la consciencia de los seres humanos, por acelerar la venida del Mesías, o sea del Nuevo Orden Mundial, en el cual los seres humanos sean totalmente reducidos a robot mecánicos, quizás sin tampoco el alma. Los miembros de esa trágica camarilla representan la evolución actual de esta proyectualidad que de todas formas ha salido por el mundo hebraico, si no lo todo, por lo menos por la mayor parte, ellos se consideran seres a las afueras del plan humano, ya se sienten “divinos” y de facto son sobre todo agrupados en la alta financia y en los poderes mundiales más exclusivos. Seguramente, pueden ser retenidos los verdaderos responsables del complot anti-humano a nivel planetario, el verdadero Anticristo.
Nosotros los italianos también, en el nuestro mediocre provincialismo, parece que hemos habido nuestra representación en la camarilla con dos banqueros, ya fallecidos, Enrico Cuccia y Raffaele Mattioli, personajes destacados de la escena económica-financiera italiana del XXºsiglo,por lo menos así se dice en Internet; cierto es que no sirve considerar solamente los efectos de los acontecimientos; es más que nunca necesario remontar a las causas, a las fuentes de los mismos por entenderlos y contrastarlos.
Jacob Frank, hebreo polaco, nacido cien años después de Sabbatai Zevi y crecido en una familia su ardiente seguidora, recogió el testigo, se proclamó Mesías y contemporáneamente se hizo bautizar, como acto de necesidad, por englobar en la suya esfera de influencia los creyentes que se referían a el Cristianismo. ¡Las jerarquías católicas y el mismo soberano polaco de entonces, en vez de considerarlo por lo que era verdaderamente, un jactancioso tocado de cabeza, se diría hoy, le dieron crédito, más bien lo dejaron actuar y lo potenciaron durante años, ilusionándose que, a través de él, los hebreos se habrían convertido en masa al Catolicismo!
El Señor ciega a quien quiere perder, está escrito en la Biblia y el “señor de este mundo” los había querido perder inmediatamente; ¡sus proyectos eran el exacto contrario! Hacia el final de su vida Jacob Frank perdió un poco de prestigio, dado que invistió su hija Eva de la sucesión dinástica a Mesías; en el periodo en el cual vivieron a Czestochowa, ¡nada menos había orientado la devoción de los fieles cristianos sobre la hija, distrayendo la devoción de aquella histórica, clásica de la Virgen Negra! Solamente a esto punto las jerarquías se dieron cuenta de haber sido excesivamente ingenuas, por cuanto motivadas por un interés oculto, que se revolvió contra de ellas.
Sin embargo la influencia de esos dos personajes sobre la cultura de aquel tiempo fue determinante en cuanto expertos cocedores de la Qabbala y de muchas teorías gnósticas que la Iglesia Católica había ocultado y combatido y el mérito de haber desfondado, a su pesar, el muro de oscurantismo y de dogmatismo, de represión del pensamiento y del conocimiento entonces imperante, seguramente va reconocido. Las generaciones sucesivas, particularmente artistas y literatos, entre los cuales el más noto al público es seguramente Henryk Seinkiewic, autor de la novela “¿Quo vadis?”, en la cual fue basada la celebérrima película, absorbieron y transmitieron, a su vez, esta visión del Cristianismo histórico estrictamente connatural y sometido al Hebraísmo que permanece, de todos casos, el centro motor desde las orígenes hasta el fin de esto periodo de civilización, llamada precisamente judaico-cristiana.
Cierto es que por los titiriteros, compiladores y realizadores del plan a largo plazo del Nuevo Orden Mundial, o sea el adviento del Mesías hebraico, la elección a Papa de Albino Luciani en el 1978 debe haber constituido un percance de reparar inmediatamente y de facto, siempre por una favorable coyuntura de mercado, por un arcano dibujo del destino, por obra del Espíritu Santo, no se sabe, solamente después de 33 días de su instalación , Juan Pablo Iº, improvisamente, durante la noche, “devolvió el alma y se subió a la Casa del Padre”.
Enterrado a mata caballo, sin particulares verificaciones o celebraciones, a la fuerza se convocó inmediatamente un nuevo cónclave y esta vez el Espíritu Santo hizo la cosa justa: inspiró a los cardenales a elegir cual Sumo Pontífice de la Iglesia de Roma el polaco Karol Jozef Wojtyla.
Albino Luciani había elegido como nombre papal Juan Pablo, haciendo referencia a las dos figuras más carismáticas y más acreditado del Cristianismo naciente, Juan el Evangelista, el discípulo predilecto de Jesús Cristo y Pablo de Tarso, de cultura griega y zoroástrica, que fue el verdadero inspirador de la doctrina cristiana en sus concepciones más espirituales y evolutivas de las consciencias humanas. Ambos los dos, en sus escritos, que se leen en el Nuevo Testamento, abiertamente marcaron las distancias de la religión hebraica, además de eso, reivindicaron la autonomía del Cristianismo como portador de una nueva era de civilización y de evolución de las almas humanas. La partida entre las corrientes judaizante y anti-judaizante se jugó inmediatamente en los primeros decenios de la naciente iglesia por la supremacía doctrinal y material y venció la primera, la más aguerrida, quizás aún la más feroz, que se cargó a todos los así llamados heresiarcas, haciendo del pensamiento único su pilar portante. A seguir se puso Constantino y las cosas han ido como han ido y de más o menos que dos mil años la Iglesia de Roma y la religión católica son la máxima expresión de la ambigüedad.
Pues bien, desde el punto de vista simbólico, Juan Pablo Iº quiso hacer revivir, revitalizar el Cristianismo de los primeros fundadores; vox populi dijo que la misma tarde de su muerte, se puso a examinar las documentaciones relativas a el IOR y a sus tráficos multimillonarios ilícitos, ¡pero ay de mí tampoco tuvo el tiempo por leerlos! Otro signo interesante es la coincidencia del 33, Jesús Cristo se murió crucificado a 33 años; Albino Luciani, Juan Pablo Iº se murió de improviso en el 33º día de su proclamación a Papa. ¿Pura casualidad, mensaje críptico por los que tienen orejas por entender?
Se lee que Karol Wojtyla hubiese elegido como nombre pastoral Stanislao Iº, santo patrono de la Polonia, mas que fue inducido por el entourage, por pura conveniencia, a optar por Juan Pablo IIº por tranquilizar de algún modo a los fieles que Juan Pablo Iº sería así siempre recordado, honrado y que la acción que habrá querido conducir en el seno de la Iglesia, sin embargo habría continuado.
En la realidad, la corriente anti-judaizante había sido de pronto cortada de raíz en el renacer; todas las biografías de Wojtyla cuentan de su socialización entre las comunidades hebraicas polacas; del su ser católico a la manera de los “dummen”, y su viaje en Israel, metafísicamente, mas también políticamente, consolidó la subordinación de la Iglesia de Roma a la religión madre. El confín entre el Hebraísmo y el Catolicismo es tan borroso, que se apresta a desaparecer por lo todo, a mano a mano que las jerarquías vaticanas preparan su conversión y confluencia en la religión universal, arrastrando con ellas el pueblo de los creyentes o simplones, que tal vez son sinónimos.
En los primeros años ’80, Renzo Arbore, que no es solamente bueno a tocar la quitara y cantar canciones napolitanas, rodó una película con su reparto de “Los de la noche”, il Pap’occhio (el Pap’ojo), que fue retirado de la programación porque retenido blasfemo o fuertemente ofensivo con respecto a Juan Pablo IIº. A mí me gustó mucho, me había divertido, loa había encontrado genial. La trama, muy variada por otra parte, presentaba un episodio en el cual Roberto Benigni joven y espontaneo, primera manera, por un caso fortuito, se había encontrado en el aposento del Papa en Vaticano y de chico un poquito tonto, aprovechando del hecho de encontrarse solo, se dio el gusto de darse un baño en la bañera Papal. Había salido de allí envuelto en el albornoz blanco y con la papalina en la cabeza; sin darse cuenta, pasó delante la ventana de la cual el Papa hablaba y bendecía a los fieles reunidos en la Plaza San Pedro. Ovacione, aplausos, himnos de alegría, aclamaciones le tributaba la muchedumbre; en un primer momento ello se había atemorizado por el miedo de ser descubierto, en seguida pero se había tomado gusto y, en aquella ventana las había hechas de todas y de más; incluso sentado a horcajadas con las piernas desnudas, y los fieles siempre más entusiastas, gritántes, hosanantes como los espectadores de los conciertos rock.
He recordado este simpático entreacto por corroborar mi convencimiento que para el pueblo de los creyentes, simplones, o más metafísicamente de las almas de grupo, lo que represente un Papa, quien sea él, lo que persiga, cual diferencia hay entre el uno y el otro, cual rol ocupa en la escena del mundo y, cual función tenga en razón de las varias corrientes teológicas y ante todo de poder en el interior de la Iglesia, precisamente no existe, por lo tanto todos van bien, Judaizantes, anti-judaizantes islamitas, progresistas subversores de los preceptos morales, tradicionalistas, incluso Benigni, ¡tanto acabaran todos santificados! Son los tiempos de la disolución por todos, por la Iglesia de Roma también.
Solamente conociendo los entresijos históricos y espirituales, pero los prefiero definir multidimensionales, se puede comprender por qué la Polonia hay sido el ariete de desfonde del Imperio soviético y ante todo de su componente ideal que, verdadera o no verdadera, de todo caso había representado una contraposición, una alternativa al poder único absoluto, explotador del género humano, del mono-dios hebraico en el cielo y de su materialización económica, política y social en la Tierra con la cual se ha propuesto de apoderarse del mundo entero. Israel y EE UU. son, al momento, la emparejada vencedora: la mente y el brazo armado, dispuestos a todo, a un holocausto total también, con la finalidad de instaurar un Reino de Israel mundial y el su Mesías, como profetizado en el Antiguo Testamento.
La Polonia, aún antes de ingresar en la Unión Europea en el 2004, mira por donde, ya había sido cooptada a pleno título en la OTAN en el 1999, siempre en clave anti-soviética, aún si la grande URSS jamás existía, y diseminada de armamentos atómicos y de guerra en el espacio más terroríficos. Se siente “el Ungido del Señor” por acelerar los acontecimientos anunciados por las profecías y de facto es la más obstinada partidaria y colaboradora de la guerra civil sanguinaria que ha sido desencadenada en la Ucrania, siempre contra la Rusia de Putin, controlada, maniobrada por la camarilla hebraica y de los neocon americanos que han transferido en Polonia su cuartel general. Según mí, pues Putin es un pretexto, no es la verdadera finalidad que queda la de acelerar, concretizar las profecías cuanto antes, porque su tiempo cósmico está caducando y otros “dioses” están sucediendo.
La Polonia, hoy, es considerada la nación europea que, dentro del 2020, será la más floreciente, donde se vivirá mejor de cada punto de vista; de facto ella también ha mantenido su propia moneda nacional, el sloty y la suya economía interior la guía a lo mejor; ¿pero en la estrategia geopolítica de aniquilación total en la cual somos involucrados los todos y de los cuales ella es la primera de la clase, es así segura que dentro de seis años aún existirá y que será sobrevivida a todo y a todos?
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