Experiencia “intima” propuesta por Katrine
Elegís un partner o una partner para hacer esta experiencia… intima…
Por un rato me sentí caerme el mundo encima. ¿Quién elijo? Para mí es solamente un grupo indiferenciado de personas que están aquí haciendo las mismas cosas que yo, cada una para sus razones… Ya había transcurrido unas horas con ellas en los cursos anteriores, pero solamente en este momento me di cuenta de que para mí son completamente extrañas, como cuando se da un paseo en una calle atestada o se sale de compras en un supermercado: todo estamos haciendo la misma cosa, pero no nos conocimos, tampoco se vemos y, tampoco nos interesa hacerlo. Mí estado de ánimo era esto.
Mi atención siempre había sido en lo que se aprendía en el curso de los encuentros: el movimiento, la voz, la gestualidad, las lecturas como representaciones colectivas.
Por elegir tenía que distinguir, o sea entrar en comunicación personal con cada uno, percibirlo en la suya individualidad, en la suya unicidad y así, para la primera vez, he “mirado” las compañeras y los compañeros de aventura para coger algo que resonase en mí, con el pánico de la elección al instante por la cual me sentía del todo desplazada. Este sentido de falta, de inadecuación me había procurado llamaradas de calor y de sudor…
Además la persona que hubiera elegido, ¿me habría agradecido? ¿Mal tolerado? ¿Y nada menos rechazado? Visto que yo también para ella ero una desconocida.
Experiencia “intima”… Katrine había maliciosamente decido que, en todos casos, no se trataba de tántra, pero la palabra ya me había puesto en agitación… intima en el sentido de sin reservas hacia el otro, de aceptación de él que antes es aceptación de si… ¿pero en que sería consistido y lo que habría comportado también de físico, campo minado para mí…?
Había advertido que no hubiera sido solo un juego superficial, de manera, pero que en cierto sentido se tuviera que quitar el vestido social de cada días y quedarse así, desnudos, indefensos en echar cuentas con el propio poder personal, la autoestima y la confianza en sí mismos.
Mientras tanto se había transcurrido aquel menudo que había condensado en sí y revelado un freno existencial de una entera vida… el miedo de no ser aceptada…
Por suerte fui elegida y así salí de aquel empasse paralizante; di un respiro y sentí gratitud para Maximiliano que lo había hecho; ¡me apareció como un caballero que pone en salvo una dama, quitando ella de una situación peligrosa!
La voz de Katrine, suave, cautivadora, relajante, nos dice: … “cerrad los ojos – imaginaos en una burbuja de luz…”
Inmediatamente me sumergí en mi burbuja color de rosa, que es mi color vital, es el involucro protector por excelencia, una placenta.
…”aumentad el amor y acercaos al compañero…”
La burbuja se ha hecho grande, de plata, muy luminosa, con una miríada de vibraciones de luz
…”Aumentad el amor y acercaos aún”…
La burbuja se ha hecho un sol ardiente que envuelve mi compañero en su burbuja que he percibido muy oscura, se amplía poco a poco y siento que invade todo el local. Hasta aquel momento había tenido frío, pero el calor de mi sol me ha calentado a través las manos de mi compañero.
Para unos menudos he olvidado a mí misma; es como si hubiera encontrado la eternidad.
Cuando he vuelto a abrir los ojos, he probado solamente una pizca de desilusión: estoy aún aquí , tal y cual, la realidad aparente no ha mudado; las parejas son aún estrechas lo una a la otra, absortas en la participación de aquella experiencia del alma… mas somos lo todo un poco sumergidos en la atmósfera soñadora y mágica adentro y afuera de nosotros…
Maximiliano me ha dicho que, bajo el influjo del grande calor de mi sol, ha percibido su burbuja esclarecerse, transformarse.
…. “Abrazaos y miraos fijos en los ojos…”
Me soy sentida más que relajada, precisamente vaciada, sin algún pensamiento; mi vestido diario se ha deshecho dulcemente. Una gran liberación y la energía que brota ahora puede también hacerme volar.
Gracias Maximiliano.
Experiencias “intimas” proponidas por Alberto
…. “Elegir un partner…”
Michelle y yo nos elegimos recíprocamente, quizás porque nos encontramos ya cercanas, pero estoy contenta porque me está simpática.
Alberto nos guía: “…miraos en los ojos, dejé hablar vuestro inconsciente, vuestro alma; cogéis de ellos el mensaje reflejado en el otro que es vuestro espejo…”
Por el inicio estoy un poco incomoda, en el sentido que me costa tener a freno la mente, la cual como de común, quiere siempre ser dominante y tener lo todo bajo control, no logro hacerla callar y entonces la uso.
Michelle es una mujer particular, casi de otros tiempos; tiene una voz salmodiadora un poco modosa, pero agraciada con un no sé qué de persuasivo. Y además, como escribe bien, ¡ella si que tiene un lenguaje poético! En el verla así parece vivir en un mundo todo suyo, a unos metros de tierra… quizás es precisamente el mi contrario, yo tengo “demasiada razón”… Opino que si nos fundiríamos y después nos dividiríamos en partes iguales ganaríamos ambas las dos en equilibrio y armonía.
Me acuerda Velia que decía siempre que nuestra amistad era profunda y única porque era toda centrada sobre la complementariedad la una de la otra.
Ambas somos del signo zodiacal León, ella ascendente Cáncer, y yo Escorpión; edad la misma y mismo ambiente social de procedencia, no obstante erábamos muy desiguales. Ella era una verdadera artista, flotante y etérea en el temperamento y en la expresividad: yo, a su comparación ero una roca y, en nuestra relación ero la que buscaba, de alguna manera, de anclarla al suelo y, muy a menudo, era precisamente lo que necesitaba; ella, en cambio, me aligeraba del peso de una gravedad excesiva.
Encontraba en mí calidades y potencialidades que yo misma no conocía o que me negaba; me tranquilizaba, me confortaba, me confirmaba precisamente como mujer cuando yo misma me rechazaba… nuestra relación no fue jamás de pareja porque, en aquel tiempo, vivir la sexualidad con una mujer para mí era demasiado transgresivo, inaceptable; por otra parte la sexualidad en sí era un problema. Ella era bisexual, pero esto no fue jamás un problema en nuestra amistad, demasiados eran el cariño y la libertad reciproca que nos unían.
Desde cuando Velia se murió, joven, hace muchos años, no he más tenido una verdadera amiga. Mi marido me quiere como ella y, si en mi vida han sido mi espejo, la imagen que he visto reflejada es la de una diosa.
Michelle no apartaba jamás la mirada; yo soy más “anarquista”, giro mis ojos, de vez en cuando, de acá por allá sobre el mundo circunstante, pero sigo sonriendo porque me hecha espontaneo, ella no, cuando apaga su sonrisa parece una otra, la cara es un poco triste, un poco tensa… mas siempre es linda, interiormente linda.
La experiencia ha terminado, gracias a Michelle.
La experiencia sigue… Hemos cambiado partner. Esta vez es con Maximiliano que la hago. Encuentro ya experimentado precisamente la primera vez; me siento más segura, menos a la defensiva; mi mente tirana atenúa su asedio porque se mueve sobre un terreno que ya conoce, así que la imaginación toma ventaja.
Nos miramos en los ojos, nos sonreímos. De pronto entre de mí brota la imagen de una extensión de agua que se superpone, para un momento a su cara. Es noche oscura como boca de lobo; en el cielo hay luna creciente semioculta entre las nubes; el espejo de agua es rodeado de vegetación alta: podría ser un lago, pero en aquel lugar me siento a disgusto.
El agua es el elemento al cual soy más sensible, pero del oscuro tengo miedo y la luna no ha jamás encendido en mí particulares inspiraciones románticas. Yo quiero al sol, la luz, el calor, los colores, aquí me siento al seguro. El mundo lunar, sublunar de la psique, del inconsciente, del vacío, del oscuro, del ignoto, de la magia, del arquetipo femenino me atrae mucho, pero al mismo tiempo me inquieta. ¡Allí la mente tirana no quiere precisamente ir porque sabe que no sería la soberana absoluta!
Mi miedo de la oscura remonta a cuando era niña y al invierno tenía que irme al desván para tomar la leña y el carbón para la estufa. En el desván no había instalación de iluminación y por lo tanto me iba con una vela. Apenas abría la puerta, la corriente del aire apagaba la llama y para volver en encenderla pasaba un minuto en el oscuro total y en el hielo… cada vez me aterrorizaba, tenía el miedo de morir. Con el pasar de los anos, obviamente, he superado esta angustia, pero el oscuro me pone mucho, mucho insegura; me siento insidiada de algo o de alguien…
Tengo dificultad en mantener la fijeza de la mirada de Maximiliano porque sus ojos se metamorfosean se transforman, opino por efecto de una ilusión óptica. Yo veo cuatro que se descomponen, se sobreponen, se hachen dos, tres, uno en secuencias rapidísimas; me acuerdo que también la vez precedente había advertido sensaciones extrañas… quién sabe lo que ha pasado en propósito de lo subconsciente y de la magia…
Gracias a Maximiliano.
Federica es la mi tercera partner.
Durante una clase, mientras éramos sentados en círculo, acuerdo que había decido ser tímida que no se exponía jamás voluntariamente; más bien se retraía, pero entretanto afirmaba sus razones con determinación… y también esta noche. ¡Entonces es precisamente verdadero que el tímido es un lobo con piel de cordero! Pero las personas que hablan claro, y no sin ton ni son obviamente, exprimiendo autonomía y pensamiento crítico, me gustan mucho.
Nos miramos en los ojos, yo le sonrío. Ya soy entrada en el personaje. La tirana está tranquila, no se impone y por fin se atenúa aquella subterránea inquietud que me empuja al juicio y al auto-juicio.
Federica me hace pensar en un bosque muy espeso, todo verde muy fuerte, húmedo, frío, muy grande, un bosque dentro el cual uno se puede perder. Sonríe con los labios, mas sus ojos no son serenos; me parece coger una pena.
Te quiero Federica… Se enciende de un golpe mi sol interior y, casi sin que yo me di cuenta, siento una energía que sale de mí y va a iluminar el bosque. Los radios del sol filtran entre el follaje tupido hasta el suelo y lo todo se aclara.
Ahora también los ojos sonríen; me conmuevo porque siento que Federica ha entendido mis sentimientos.
En mi vida, sobre todo en la infancia y en la adolescencia, he tenido miles de desgracias de toda clase que me han hecho hipersensible al sufrimiento de los seres humanos y de los animales.
Por años y años he tenido que luchar, fortalecerme para no sucumbir a las oleadas de dolor que se me echaban encima de vecino y de lejano, por el conocido y por el desconocido…
El inconsciente colectivo, pero la parte más pesada de él… Ahora, por suerte, no es más así; siempre soy compasiva del sufrimiento ajeno, pero más destacada emotivamente porque tengo este sol interior que se enciende y me protege y, al mismo tiempo, vivifica, transmuta lo que está afuera de mí. Menos mal; esto también ha sido un buen paso en adelante en mi camino.
Cuando la experiencia termina el abrazo es verdaderamente un momento de fusión.
Anna es la cuarta partner; es muy joven, podría ser mi hija.
La miro en los ojos, observo su cara; siento su energía y me hace pensar en una niña pequeña, sola, a la orilla del mar jugando con la arena, paleta, cubitera y moldesitas. El mar es calmo, muy calmo, de un azul que, al horizonte, se confunde con el cielo.
Esto es el encanto del mar sobre de mí, es una puerta de acceso a el infinito. Me gusta caminar a la orilla, sentarme delante en soledad, en silencio, en un descuido total en la sacralidad de la Naturaleza, hasta perder la referencia del tiempo y del espacio, hasta no sentirme más un ser separado de lo Todo.
Es la única ocasión en la cual logro interrumpir el flujo desordenado y estresante de los pensamientos; hago el vacío mental, vacío a mí misma, no me reconozco, me siento leve, feliz, soy una gaviota volando, el agua, el aria, el azul, la espuma blanca, la arena…
Jamás voy al mar en verano; no aguanto la gente amontonada, el gentío, aquellas maneras de vida de masa. Prefiero irme cuando no hay nadie y fijar el horizonte con el deseo profundo, el anhelo en estar allí, entre la Tierra y el Cielo: son mi madre y mi padre y pertenezco a los ambos.
Por casi toda mi vida he vivido en función de la realidad concreta y de la historia que jamas me satisficieron completamente. Una insatisfacción y una inquietud me atormentaban. A cierto punto la espiritualidad, una cierta espiritualidad, ha hecho irrupción en mi existencia; era toda dirigida en un Cielo lejano, en un Otro Mundo virtual, hipotético, hacia el cual tender propias esperanzas y propias energías, sustraendo las mismas a la Madre Tierra.
Pero esta visión también no me ha satisfecho. Yo quiero a la Tierra, quiero a los seres humanos, los animales y cada forma de vida.
Hace unos años, en la búsqueda de mi verdad, he encontrado a Zarathustra o Zoroastro y me he de pronto reconocida en su pensamiento:
“…El Dios del Amor y de la Luz… la realidad divina como modelo y herramienta para la elevación, la transformación, el embellecimiento de nuestro mundo, de nosotros mismos, del entero Universo…”
Gracias a Anna.
Donada es más o menos mí coetánea y, naturalmente, de pronto he probado para ella, por empatía, un particular sentimiento de participación y de identificación. En la nuestra edad ponerse en juego con el cuerpo además, que es pesado e inarmónico, es una fuerte expresión de coraje, de humildad y de vitalidad, independientemente de los resultados. La mayor parte de nuestra vida ya la hemos vivida; lo que ha sido ha sido y, por los años que todavía nos quedan que vivir, no tenemos más muchas expectativas.
Sin embargo seguimos nuestro camino de auto-conocimiento y de conciencia que no es benéfico solamente para nosotras mismas, para vivir mejor esta última parte de vida… si todavía maduramos, nos elevamos, nos hacemos más sabias las personas y el ambiente que nos rodean cambian, se transforman, así que nuestro actuar toma un sentido que va más allá del espacio-tiempo personal.
Estamos una frente a la otra, nos miramos en los ojos, libremente, casi con la complicidad de quien ha vivido más, experimentado más por la vida.
Siento que una grande tranquilidad, y una grande confianza me invaden; una amabilidad y una dulzura me hacen visualizar mi color vital el rosa. Veo un hermosísimo jardín con tantas flores y animales; en el centro hay una fuente fluyente y una joven mujer bailando en torno. Es un lugar bellísimo y encantado.
Jamás he aprendido bailar; de niña he tenido unas deformaciones en el físico que me han rellenado de complexos de inferioridad y de exclusión. En cambio cada vez que tenía fiebre alta, también de adulta, tenía visiones obsesivas, alucinaciones, ¡me veía bailar como bailarina clásica! Jamás no había hablado con nadie porque me avergonzaba… Luego, de grande, he trabajado para unos años en el hospital psiquiátrico como asistente social y, como Dios está en los cielos, allí adentro los espejismos y las visiones, las alucinaciones eran el pan de cada día… ¡por lo tanto mejor era callarme y mantener lo todo bajo control!
Imaginaos cual fue mi grande sorpresa cuando hace tres o cuatro años, no me acuerdo exactamente, una astróloga fiable me ha hecho el tema de natividad con día, mes, año y hora precisa de nacimiento y ha salido una conjunción astral la que tienen solamente los grandes bailarines como Nuyerev o Carla Fracci.
Esta potencialidad se perdió; quizás se ha transformado en algo otro, quizás en este continuo movimiento en la búsqueda de la armonía, de la belleza, de la música del corazón…
Gracias a Donata.
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