Zaratustra y la revolución animal

Este gran profeta vivió históricamente setecientos años ante Cristo, en una época en la cual los impulsos espirituales extraordinarios sembraban semillas para la evolución de la consciencia humana a través de la aparición de personajes excepcionales entre los cuales el mismo Zoroastro en el imperio persa, Buda en India y Lao Tse en China.

La predicación de Zoroastro fue de ruptura respecto al existente porque proclamaba que esta evolución se conseguiría individualmente a través de la sagrada trilogía de pensamientos buenos, palabras buenas y acciones buenas, sin la mediación de la clase sacerdotal y de los rituales en fuerza a los cuales ella mantenía su poder sobre las gentes.

El profeta introdujo en el pensamiento humano conceptos absolutamente revolucionarios por aquella época, como lo de la moral y de la responsabilidad personal, dando marco a cada IO individual respecto a la masa indiferenciada, al hatajo y a la pertenencia de sangre.

La nueva doctrina de Zoroastro se enfrentó en seguida con aquella que había sido hasta aquel tiempo dominadora, dedicada a Mitra, divinidad solar de la época del bronce del 2º milenio a.c., expresión terrestre del sol, fecundador de vida. Degenerada al máximo, también mantenida en vida por los karapan, sus sacerdotes-magos más fanáticos, que consideraban propiciar el dios moribundo a través de sacrificios animales, bueyes y caballos en particular, verdaderos holocaustos, que saqueaban con todo tipo de violencia, aterrorizando y hambreando a los campesinos.

Zoroastro vivió precisamente en el Turquestán occidental, acerca los confines del Irán entre los altiplanos del Afganistán y los contrafuertes del Pamir, durante y después la gran sequía que había golpeado Asia central al rededor del 800 a.C., las cuyas mutaciones climáticas habían estremecido la economía existencial de las poblaciones y luchó valientemente contra los sacrificios animales los cuales empeoraban aún más las posibilidades de supervivencia.

Ha sido el profeta de la revolución animal, habiendo reelaborado y hecho propios los principios teológicos de la antigua religión de Ahura Mazda, el Señor Sabio, único dios sobre cósmico y ético, completamente desmaterializado y espiritualizado por el mismo Zoroastro, o sea los de la absoluta unidad primordial de la creación según la cual, no solamente el animal está dotado de un alma que oye, entiende y padece como los seres humanos, sino el Alma primordial de toda especies animales tiene el mismo valor de aquella de la humanidad, juntas en una común economía espiritual.

Todo el mundo prearían, desde el IVº milenio a.C. profesaba el culto de la Vida bajo los auspicios de la gran Diosa Madre y las religiones primitivas indo-iranias no marcaban un límite riguroso entre los hombres y los animales y, el ser humano de aquel tiempo consideraba en general el animal una criatura de Dios capaz de sentir, pensar y actuar, casi símil a ello. Paralelamente al mito del Hombre primordial, se reencuentra lo del Buey primordial, que Ahura Mazda el Creador, confía a la protección y al cuidado del hombre mismo, en cuanto prototipo de toda la naturaleza animal.

Las otras religiones y filosofías contemporáneas y sucesivas, hasta el Cristianismo y el Islam, negaron aquellos fundamentos mitológicos, por ejemplo toda la cosmogonía asirio-babilones y la Génesis hebraica que hace entrar el hombre en la escena del mundo como el punto culminante de la creación, por lo tanto como un dominador porque superior a todo lo demás. No estando vinculado en una responsabilidad moral, ello se cree dueño absoluto de la Tierra y domina la Naturaleza y el Reino animal a su placer. El hombre, plasmado por estas corrientes religiosas ha atrofiado el sentido de cohesión universal de la Vida, de la presencia de cada animal de la voluntad de vivir y del padecimiento y está degenerado hasta las formas más atroces de vivisección o de lenta muerte por desangramiento, verdadero sacrificio de sangre que se perpetua hasta nuestros días; no ha madurado el significado profundo de la ética connatural a la unidad de la Vida misma y de la unión con el Universo.

Zoroastro afirmaba que la mejor de las obras humanas con respeto al Cielo es lo de adorar a Dios y, con respeto al mundo, de ser buenos con los justos y leves con los animales ya que, para Ahura Mazda, el Señor Sabio, nutrir bien el ganado y ser leves con los animales tiene más valor que cualquier sacrificio ritual.

Rebelándose contra el mal que el hombre añade a la creación con sus actos crueles contra los animales, el profeta proclamaba: “¡Mazda, maldice aquellos que masacran los animales a la ligera y aquellos que prefieren el dinero a la justicia, que buscan el poder por hacer el mal!

No obstante San Francisco de Asís, El Cristianismo mismo, católicizado, no hizo nada por ir más allá del dogma que los animales no tengan el alma, no reconociéndoles por lo tanto alguna dignidad de seres vivientes, con tal que siempre hijos del Creador, dignos de consideración y también de gratitud. ¡Está una de las muchas enunciaciones teológicas que el desarrollo del pensamiento y de la consciencia humana han puesto en discusión, por lo tanto está silenciada y en cierto sentido, arrinconada, ciertamente no anulada!

Por otra parte, no puede que ser así porque el octavo concilio ecuménico, que tuvo lugar en Constantinopla en el bienio 869-870, sancionó dogmáticamente que el hombre está compuesto de alma y cuerpo, negando su espíritu individual. El animal, siendo inferior al hombre, por lo tanto tiene solamente el cuerpo.

Aristóteles también, el cuyo pensamiento ha tenido gran influencia en la civilización occidental sostenía que: “El animal existe para el hombre. Si la Naturaleza no hizo nada de imperfecto e inútil, ella hizo lo todo para el hombre”.

Para no hablar de Descartes (Cartesius), considerado el padre del método filosófico y científico, que definió el animal máquina, o sea un autómata privo de conocimiento, de sensibilidad y por lo tanto privo de sufrimiento. Tiene una gran parte de responsabilidad acerca de la indiferencia con la cual los animales son tratados en nuestra cultura.

Ha sido necesario esperar el Humanismo y el Iluminismo porque se asomase por lo menos un sentido de compasión en grandes pensadores como Voltaire y, siguiendo, el mayor conocimiento de la Tradición y de la filosofía indiana con la doctrina del AHIMSA (no violencia), extendida a todos los seres vivientes, por obra del Mahatma Gandhi.

Está muy significativo el hecho que todas las leyes e iniciativas de protección y de cuidado en general, en favor a los animales, son de inspiración laica.

La AVESTA está la colección de los textos sagrados mazdeos y zoroástricos y ciertamente se refiere a los influjos de los estudios de los estudiosos Arios indianos ya habían desarrollado algunos siglos antes en las UPANISHAD, o sea la parte más propiamente filosófica de los VEDA. Ya Veda como Avesta significan Saber, en cuanto había la misma lengua que era el Sánscrito, en sus distintos dialectos.

El VIDEVDAT es un libro de la Avesta que trata en particular de las leyes, de las enseñanzas higiénicas y remedios médicos, de las instrucciones para la purificación y el Fargand (capitulo 13) está enteramente dedicado a la convivencia y al cuidado de los animales útiles, en particular los perros, llamados amigos del hombre. Ahura Mazda, el dios supremo dice de ellos:

“El perro tiene el carácter de ocho tipos de persona: tiene el carácter de un sacerdote; tiene el carácter de un guerrero; tiene el carácter de un agricultor; tiene el carácter de un cantor errante; tiene el carácter de un ladrón; tiene el carácter de un disu; tiene el carácter de un cortesano; tiene el carácter de un niño”.

Quienquiera vive con un perro, o también con un gato no puede que ser de acuerdo porque, más allá de los instintos de la especie, cada animal tiene una suya propia personalidad, una suya psique, una manera toda propia de relacionarse con el humano y el ambiente en el cual vive.

El profeta pregunta al dios como se debe comportarse con un perro “enloquecido y sin olfato” y la contestación es que debe ser asistido y sanado como un humano creyente. ¡Uno de los pecados considerados por esta religión está en los maltratos y los golpes infligidos a una perra embarazada!

También cuando la eliminación de un animal peligroso o nocivo se rinde absolutamente necesaria, el hombre consciente cede solo por causa de fuerza mayor, mas no consiente jamás interiormente.

Está históricamente acertado que Zoroastro vivió por muchísimos años en las montañas más inaccesibles del Afganistán, abandonado por la familia y por los amigos que no compartían sus ideas y sus acciones anti tradicionales, habiendo vendido todos sus bienes para ayudar los pobres, perseguido por los Karapan, los brujos sacrificadores de animales que acopiaban con ferocidad a los campesinos. Algunos pastores de altura lo ayudaron, mas ante todo su vida fue defendida por los perros, centenas de perros que de vez en vez le se agregaron y le fueron fieles hasta la muerte. A su vez el tuve siempre un cariño conmovedor por ellos y los sustraía a los combates mortales que ya entonces eran organizados para los beneficios fáciles y la diversión de los hombres.

Idealmente, la compasión por los animales, el no matar, conlleva la eliminación de la alimentación carnea. El vegetarianismo en la Avesta no está exprimido claramente porque en aquellos tiempos y en aquellos lugares la alimentación carnívora era la única posible, no habiendo desarrollado una agricultura intensiva; más bien eran los albores de la sedentarización y de las prácticas agrestes sobre las tierras regadas.

Según Zoroastro, la agricultura debe preparar la humanidad al vegetarianismo y responde al Orden Justo de Ahura Mazda. El nutrimiento del hombre se desarrollará en sentido inverso respecto a los tiempos primordiales; los primeros hombres se nutrieron de agua, plantas y leche convirtiéndose poco a poco en carnívoros; los hombres del futuro serán vegetarianos y, siguiendo tendrán necesitad solamente de agua y al final solamente de nutrimiento espiritual.

Siete siglos antes de Cristo el profeta invitaba a los seres humanos en acoger, en encarnar un poco de Luz divina a través de los pensamientos buenos, las palabras buenas y las acciones buenas, una disciplina que habría consentido la real metamorfosis del mundo. En una poesía sagrada, siendo el cantor santo y puro dice:

“¡Y podemos nosotros ser entre los que trabajaran por la renovación del mundo!”.

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