La mimosa no es solamente amarilla

Hoy que es la fiesta de la mujer,

quiero dedicarme un poema, quiero festejarme, más bien honrarme

De el mi ser mujer.

No hablo de las que no conozco

hablo de las que he conocido tanto o poco,

mis abuelas, mi mamá, mis tías, todas pobra gente

que hicieron solamente mucho trabajo en su vida

Otro que tirar del carro hicieron

Más que los bueyes que daban la vuelta a la tierra

La abuela Enriqueta, mamá de mi mamá,

ha criado una nube de niños que comían solamente polenta y leche y berzas,

pero comían porque su padre era aparcero

La abuela Rosa, mamá de mi papá,

era tan pobre que muchas veces nunca tenía el fósforo por encender el fuego

entonces iba a la iglesia rogando a la Virgen porque algún cristiano

diese por lo menos un trozo de pan a sus hijos

El milagro muchas y muchas veces ha pasado: los niños, a duras penas, se han hecho todos adultos.

El abuelo era obrero y no siempre trabajaba, era enfermo.

ambos se murieron jóvenes después una vida de privaciones.

Mi mamá se fue a trabajar a la hilandería a los 12 años y a la fabrica a los 14

Los tíos varones en hacer el peón a los 10 años por un plato de sopa al mediodía

Ahora me hacen reír los que escandalizan por la

“explotación del trabajo infantil” en los Países pobres,

Como si la fortuna, el bienestar nuestro de hoy día, el progreso

sean caídos por el cielo, gratis

Fingen no saber que generaciones y generaciones de chicos pobres, chicas y niñas

con su sangre han convertido en ricos muchos

Que aún ahora comen sobre nosotros

Mi destino también tenía que ser aquello,

tirar del carro sin tampoco saber el cómo y el por qué,

mas algo se ha desarreglado:

yo también he empezado en trabajar a los 14 años,

con grande fatiga y voluntad de hierro he hecho todos los cursos de noche hasta licenciarme

así he entendido la diferencia

entre ser mujeres pobres y mujeres con el dinero, con estudios, y la potencia de la familia a las espaldas

siempre somos mujeres, mas es todo otro vivir, es ver el mundo con la mimosa amarilla

Y me siento hermana no de todas solamente porque son mujeres,

me siento hermana de las que están aún tirando el carro

y a sudar sangre en todo el mundo para seguir en enriquecer aquellos que se hacen el loco

que se limpian la boca con lindas palabras vacías, sin sustancia y entretanto

Siguen a comer por encima

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